Y esta no iba a ser menos. Hablo de la segunda parte de mi segundo post, el del señor alcoholizado y su pobre hija.
Gasolina es lo que parece que recorría por las venas de aquel conductor.Era un viaje desde Santander hasta Irún, un jueves habitual de los que salía a las 20:10 de clase, cogía la maleta y corría a la estación para llegar al último autobús del día, el de las 20:30. El autobús llegó sus 10…
Vamos a seguir hablando de autobuses y no de cócteles, no os emocionéis. En otra de mis maravillosas vueltas a Irún desde Santander (curiosamente, casi todas mis anécdotas son en este sentido…) estaba solo sentado. Solo, tranquilo, en paz.
Era una soleada mañana estival. Mis nervios estaban a flor de piel. No lo había hecho nunca y eso me daba que pensar. Además, solamente habíamos hablado por teléfono y le había visto una vez… ¡E iba a haber otra persona! ¡Íbamos a ser tres!
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